viernes, abril 25, 2008

Noticias del mundo ... que dan hasta risa #03

El cura de los globos

No era fácil. La noticia de un Obispo de Paraguay que esa tarde estaba yendo hacia arriba, acaso le dio fuerzas para intentar este desafío. El cura brasileño, de 42 años, al que aún se busca por mar y tierra, utilizó un medio de transporte tan peligroso como económico: hizo inflar un millar de globos de fiesta y el domingo, entre aplausos y deseos de buen viaje, remontó jubiloso y colorido, en una celebración que tuvo algo de protesta y algo de suicidio celestial.

Partió del puerto de Paranaguá, a unos 50 kilómetros de Florianópolis, con el propósito de llegar a las ciudades de Cascavel o de Maringa, en el interior del estado de Paraná. Este emprendimiento aerostático lo hizo para ayudar a construir un santuario a los camioneros, gremio que siempre parece estar exigiendo ofrendas. Y llevaba botellas de agua, barritas de cereales y pastillas energizantes, casco, traje térmico, dos celulares y un equipamiento de localización con GPS, porque aunque la fe está por encima de todo, el destino no sabe de globos y la naturaleza no respeta sotanas ni promesas.

Quería batir un récord y su partida fue enmarcada por el entusiasmo de su feligresía. El 13 de enero, llevado por otros globos, había flotado durante cuatro horas para hacer 110 kilómetros. Y ahora quiso redoblar la apuesta. Pero a media tarde el mal tiempo lo alejó del continente y lo fue llevando hacia el mar. Ese no era el plan de vuelo. El padre Adelir empezó a pinchar globos y pidió ayuda al Servicio de Salvamento Marítimo, que tampoco había decidido qué método utilizaría para el rescate, si desinflar o facilitar una soga para salvar al curita volador y dejar que al menos algunos globos puedan sacarse el gusto de dar una vuelta por los suburbios celestes.

Pero los aviones de la Fuerza Aéreas Brasileña, después de muchas horas, sólo pudieron ubicar un puñado de globitos flotando sobre el mar, lo que para algunos es todo un presagio. La última llamada del padre Adelir fue el domingo a la noche, cuando su ánimo flaqueaba y no veía más que agua y globos. La gente del lugar llora su partida temiendo lo peor. Los camioneros de Santa Caterina han exaltado como una inmolación su heroica protesta. Y en los anales de la parroquia de Paranaguá quedará para siempre escrita su hazaña: "Nuestro Adelir es el único sacerdote que llegó al cielo en globo de colores".

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